Aprendiendo a darnos para el bien y felicidad de otros.

         

El miércoles 24 de octubre de 2018, niños de las comunidades Betania y Emaús de MOAEL realizaron su visita solidaria al Hogar de Ancianos Ntra. Sra. del Carmen. Como cada vez, los niños se relacionan con los abuelitos(as) invitándoles a jugar naipes, dama, ajedrez o dominó, también dando de comer en la enfermería a aquéllos que ya no pueden hacerlo por sí mismos. Estos encuentros ayudan a hablar, compartir y a expandir los corazones de unos y de otros. A continuación algunos testimonios:

“Al llegar al Hogar, después de saludar a todos los abuelitos que estaban en su sala de estar, mis compañeros y yo los invitamos a jugar dominó. Me llamó mucho la atención que el único abuelito que aceptó (Don Manuel) jugaba muy bien. Nos ganó todas las partidas a pesar de ser un adulto mayor. También me impactó cómo están acostumbrados a estar viendo siempre la televisión”. (Bastián Carrasco Ancatén, 4° básico. Comunidad Betania)

“En el Hogar de ancianos hemos aprendido a compartir y escuchar con respeto con las abuelitas con quienes compartimos la conversación y el juego. Ellas son personas y valen, aunque los familiares de algunas no las visiten”. (Luis Renato Contreras Becher, 4° básico. Comunidad Betania)

Mi nombre es Juan José Silva Guzmán, estoy en 5° año básico y pertenezco a la comunidad Emaús de MOAEL. Hoy 24 de octubre vine por segunda vez al Asilo de Ancianos Nuestra Señora del Carmen. Nos dividimos en 3 grupos: El primero acompañó a los abuelitos y jugó dominó con alguno de ellos, el segundo estuvo con las abuelitas. Yo fui con el tercer grupo, a la enfermería, a darles de comer. Conversé mucho con un abuelito de 73 años, que lleva 4 años viviendo en el Hogar. Le conté cosas de mi familia y él me contó de la suya. Fue una muy linda experiencia. (Juan José Silva Guzmán. 5° básico. Comunidad Emaús)

“La visita al Hogar fue una linda experiencia, de aquéllas que enriquecen el alma y el corazón. Para algunos de nuestros adultos mayores, vivir allí puede ser una vivencia injusta ya que después de haber tenido una familia, un hogar, hijos y un entorno bello y feliz ahora se sienten solos y acompañados nada más que de sus recuerdos. Algunos ni siquiera eso pues su mente divaga por cualquier lado… Muchos no son visitados
Me llamó la atención el ver cómo dos abuelitas se peleaban por una de sus cosas que una había tomado a la otra. Tuve que acercarme a ellas y ayudarlas a hacer las paces. También encontré en el Hogar a un sacerdote que celebraba la misa donde yo solía ir de pequeña, en el campo. ¡Qué chico es el mundo! (Sra. Tatiana Ancatén, apoderada de 4° año básico)


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