Este año 2022, hemos aprovechado las reflexiones de la mañana, algún día más largas que de costumbre, para revisar nuestra convivencia fraterna a la luz de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ese rico diálogo nos ha dado luces para mejorar nuestra vida personal y nuestra convivencia con los demás.
El lunes santo fijamos nuestra atención en la gente de Jerusalén que quería que Jesús fuera su rey (domingo de ramos). Nos preguntamos ¿Dejamos a Jesús influir en nuestra vida? ¿Ponemos en práctica aquello que Él nos dice para vivir de manera armoniosa y fraterna con todas las personas?
El martes santo, recordando que Jesús anuncia la traición de uno de sus apóstoles y la traición de otro, dialogamos sobre las veces que nosotros hemos traicionado a quienes confían en nosotros. También de las ocasiones en que hemos abandonado a quienes esperaban nuestra ayuda y compañía.
El miércoles santo, haciendo memoria del día en que Judas recibe treinta monedas de plata para entregar a Jesús a los sumos sacerdotes, dialogamos sobre nuestra relación con el dinero, la actitud de avaricia y cómo no llegar a ser esclavos suyos.
El jueves santo, celebrando la última cena de Jesús y los Doce, hemos centrado la conversación en cómo Jesús nos propone convivir unos con otros de manera que nos sintamos felices viviendo en familia, en comunidad. El camino es amarnos y el servirnos unos a otros. Para darnos la fuerza necesaria, Él mismo quiso dársenos como pan y vino de vida.
El lunes de pascua nuestro compartir fue ¿qué vamos a cambiar de aquí en adelante en nuestras relaciones humanas de cada día?